Publicatie Pruimboom en Muskiet over Intermittent Living

woensdag 22-augustus-2018

Nutrición, suplementos, reducción del estrés: todas estas son formas en las que se puede optimizar el microbioma. Pero la idea de que el ejercicio también influye en la composición y diversidad de la flora intestinal es relativamente nueva. ¿Qué puede hacer usted con eso en su consulta?


El ejercicio mejora la circulación general de la sangre en el cuerpo, incluyendo el intestino. Esto asegura un mejor aporte de nutrientes y, como resultado, una mejor función intestinal. Además, tiene un efecto beneficioso sobre la motilidad, de modo que las heces no permanecen en el cuerpo durante demasiado tiempo. Pero la idea de que el ejercicio es beneficioso para los aspectos cuantitativos y cualitativos de la flora intestinal es relativamente nueva.  ¿Cómo funciona exactamente?

Factores ambientales y flora intestinal.

Ante todo, es muy útil tener un breve resumen sobre los factores ambientales que pueden influir negativamente en el volumen y la composición de la flora intestinal.

• Estrés psicosocial prenatal en la madre

• Obesidad de la madre

• Cesárea, ausencia o corto periodo de lactancia

• Consumo de antibióticos, AINE

• Dieta pobre en nutrientes, toxinas

• Exceso de azúcar

• Carencia de fibras fermentables

• Estrés, agotamiento, vejez, enfermedad

 La influencia del entorno de la flora intestinal comienza, pues, en los primeros años de vida (Browne et al., 2017). Al mismo tiempo, un microbioma intestinal estable y abundante es indispensable para una fisiología intestinal normal a lo largo de la vida. Además, contribuye a una buena comunicación del eje cerebro-microbioma intestinal y, a través de ésta, a la salud física y mental del individuo (Monda et al., 2017).

Ejercicio y flora intestinal

Un reciente estudio de revisión muestra que el ejercicio físico puede aumentar el número de bacterias intestinales beneficiosas y demuestra que el microbioma responde a las variaciones homeostáticas y fisiológicas en el intestino como resultado del ejercicio físico (Monda et al., 2017). El artículo de revisión concluye que "existen pruebas sólidas de que el ejercicio es un factor ambiental que puede inducir cambios en la composición cualitativa y cuantitativa de la flora intestinal, con efectos potencialmente positivos para la salud del huésped." ¿Cómo repercute pues el ejercicio exactamente en la flora intestinal? Según los investigadores, hay aproximadamente cuatro efectos principales.

El ejercicio:

• aumenta la diversidad de la flora intestinal

• mejora la relación de bacteroidetes/firmicutes

• estimula la proliferación de bacterias beneficiosas

• estimula la producción de ácidos grasos de cadena corta por parte de las bacterias

 Para empezar con el punto 1: diversos estudios han demostrado que las personas sanas tienen una flora intestinal más diversa que las personas enfermas. En las personas enfermas, la diversidad suele ser muy reducida. En particular, las poblaciones de cazadores-recolectores, como los Hadza, tienen microbiomas mucho más amplios que la población occidental (Segata, 2015). En esta tribu, y en otros pueblos de vida tradicional similares, no se suelen registrar enfermedades crónicas como la diabetes de tipo 2. Las futuras investigaciones deberán demostrar si efectivamente se trata de una relación causa-efecto, aunque dentro del ámbito científico se tiende a pensar cada vez más en este sentido (Browne et al., 2017).  Además, una mejor relación de bacteroidetes y firmicutes podría contribuir a la reducción de peso y a mitigar dolencias gastrointestinales (Monda et al., 2017). La proliferación de bacterias beneficiosas repercute positivamente en la función de barrera y disminuye así la probabilidad de padecer obesidad y afecciones metabólicas. Y por último, los ácidos grasos de cadena corta del intestino proporcionan el mantenimiento del epitelio intestinal, entre otras cosas (Morrison et al., 2016).

 

Efectos de la disbiosis en el organismo

Cuando los cuatro puntos anteriores son desfavorables, estamos ante una disbiosis. Un desequilibrio del microbioma intestinal influye en un amplio espectro de procesos fisiológicos (Browne et al., 2017). Los estudios de los últimos 20 años han descubierto posibles influencias en las áreas de:

 • Digestión (enterocolitis, sepsis, malestar abdominal, estreñimiento)

• Sistema inmunitario (alergias, eczemas, enfermedad de Crohn, celiaquía) 

• Sistema nervioso (cólicos, estrés, problemas de comportamiento, trastornos neurológicos)

• Sistema respiratorio (asma, bronquitis, EPOC)

Importancia en la práctica

En base a su revisión, los investigadores concluyen que el ejercicio puede servir como tratamiento o prevención de la disbiosis y sus afecciones relacionadas.  "El ejercicio puede servir como tratamiento para mantener una microflora equilibrada o para reequilibrarla tras una disbiosis. De esta manera, se puede mejorar el estado de salud. Sin embargo, es preciso continuar investigando para comprender mejor los procesos que alteran la composición y la función de la microflora." En otras palabras: la buena salud empieza en el intestino. Y esto parte de nuevo de una buena dieta con mucha fibra, poco azúcar, reducción del estrés y, cuando sea necesario, suplementación de L-glutamina, pre y probióticos. Aun así, tampoco se debe descuidar el ejercicio físico.